Las putas tristes del villaranismo
Uno.- La señora que es incapaz de hacer un puente de poca monta, ahora lanza la idea de que es preciso construir el tren de cercanías en Lima. Lo interesante de la psicología de Villarán es que ella, en un inicio, se vendió como la gran constructora de «ciudadanía». Ahora es bastante obvio que esta construcción de ciudadanía consiste en comprar con prebendas a los zánganos del espectáculo subdesarrollado, que aplauden a Villarán por dos motivos: convicción y conveniencia. Para nuestras celebridades locales, la mezcla de ideología y dinero es altamente efectiva. Villarán dilapida el dinero de los contribuyentes a la velocidad de la luz. No merece la reelección y en cualquier ciudad del primer mundo la chalina sería aplastada sin misericordia. Pero vivimos en el Perú, y cuando no hay cemento que mostrar, los simios amaestrados del municipio cruzan los bracitos y se tapan la boquita. Putas tristes del villaranismo, eso es lo que son.
Dos
La Universidad San Ignacio de Loyola ha presentado hace unos días el libro «La Haya, camino al futuro», una compilación de discursos de Alan García y varios excancilleres. Cuánta razón tiene Luis Gonzales Posada cuando defiende la necesidad de mantener a lo largo del tiempo sendas políticas de Estado. Es preciso tener algo muy claro: las políticas de Estado solo existen cuando hay estadistas, esto es, políticos ilustrados con visión de largo plazo. De allí que la Alianza del Pacífico sea un gran triunfo de García, porque es fruto de la prospectiva. La política de Estado es consecuencia de un liderazgo de calidad. Pero en el humalismo priman los mediocres, los que solo piensan en su pitanza.
Tres
Lo de García Sayán sí tiene nombre: ridículo internacional.