Gabriela Wiener considera a la poesía como un estado de ánimo
(Andina).-La narradora Gabriela Wiener incursiona en este campo con Ejercicios para el endurecimiento del espíritu. Asegura no importarle el género en el que escribe en entrevista a la agencia de noticias Andina.
– ¿Fue difícil el paso de lo narrativo a la poesía?
– Yo siento que siempre he tenido al menos un pie o un dedo del pie bien metido en el barro de la poesía. De hecho, como muchas adolescentes que empiezan a escribir, lo primero que escribí fueron poemas. Luego es cierto que tuve un período de entrega absoluta a la narrativa de no ficción, pero la poesía siempre ha sido para mí como un estado de ánimo, así que siempre está ahí aunque no esté siempre.
–¿Por qué cree que es común que los poetas se arriesguen a hacer narrativa, pero al revés es poco usual?
–Sin duda hay una especie de “respeto” por el discurso poético que, creo, tiene que ver con nociones muy antiguas del poeta como un visionario o un loco. Una idea romántica, si quieres. En realidad, creo que se trata de expansión, en los poetas muchas veces se da una necesidad natural de expansión, mientras que para muchos narradores es imposible comprimir su lenguaje. Hay tantos novelistas diciendo cínicamente que le tienen respeto a la poesía y por eso no la escriben que no me la creo. Yo por eso ya no la respeto. Hay que faltarle el respeto a la poesía para hacer algo nuevo o que merezca la pena.
–¿Qué tipo de poesía le gusta?
–La poesía que menos me gusta es la fácilmente reconocible. Además de los buenos poemas, me gusta la poesía escondida, la que se escabulle, la que está en el cine, en los libros de narrativa, en un instante de la vida real, en una idea, sobre todo en una idea. No me interesa el poeta que solo escribe poemas. Me gustan, por ejemplo, los grandes narradores que dicen “yo en realidad lo que soy en el fondo es un poeta”, como Roberto Bolaño, aunque lo que se valore de su obra sean sus cuentos o novelas. Es decir, me interesa lo poético como un sistema de pensamiento, de creación, que lo abarque todo, que salga del propio poema.
–¿En qué género sientes que eres más autobiográfica?
–Para mí lo autobiográfico o autorreferencial no es un asunto de datos concretos y ordenados más o menos racional en el tiempo. Por lo menos en mi caso esa necesidad vital de compartir cierta intimidad para pensar, para pensarme, está en todo lo que hago. Sea el género que sea.
Momento de escribir
Wiener señala que, aunque escribe poesía desde muy joven, ha sido más desorganizada en este rubro que en otros. Otro dato que ofrece es que algunos textos que ha dado a la imprenta ahora la vienen acompañando desde hace varios años, pero que bastante material es reciente.
“Sentí que había llegado el momento de expresar todas esas cosas que no cabe en mis crónicas, o que ni he sido capaz de meter allí”, explica sobre esta publicación.
Actualmente, la escritora trabaja en un nuevo libro que cree se parece más a una novela.
“Aunque podría ser una crónica de mí misma o un largo poema narrativo. Llámalo como quieras. Cada vez me importa menos a qué cajón pertenece lo que hago”, añade.
Dato
Gabriela Wiener (Lima, 1975) es autora de los libros Llamada perdida, Sexografías, Nueve Lunas, Mozart, la iguana con priapismo y otras historias. Foto de Daniel Mordzinski