Discriminación en la UE: la percepción de los jóvenes europeos
K* siente que Europa la está timando. Sentada en la parte de detrás de un autobús, de vuelta del Santuario del Bom Jesus de Braga, K habló de su mala experiencia en Alemania. Está a punto de acabar su doctorado en Artes y mientras se encuentra en Portugal haciendo el Servicio de Voluntariado Europeo. “Nos dicen que somos el futuro, pero luego nos discriminan”, se quejó antes de bajarse y caminar hacia el hotel.
K tiene 28 años y nació en Praga, República Checa. En su país nunca sintió ningún tipo de rechazo y nunca pensó en que lo sufriría en ninguna parte de Europa. Se fue de Erasmus a Alemania y, en un principio, todo marchó bien, hasta que al acabar sus estudios decidiera buscar trabajo en Munich aprovechando su nivel del idioma. Según ella, nunca la contrataron porque siempre preferían a un alemán, aunque estuviera por debajo de su cualificación. “Hay gente que te llama “basura del este””, esgrimió.
Martin, compatriota de K, también está haciendo el SVE en Portugal. Ambos se conocieron durante el on arrival training celebrado en Braga en marzo de 2014, una formación que se organiza para orientar a los voluntarios a su llegada, que conozcan sus derechos y deberes dentro del voluntariado y que entren en contacto con otros jóvenes del programa. Martin tiene 27 años, nació en Ostrava, a 370 kilómetros de Praga, estudió una FP en pedagogía y está encantado con su trabajo en Faro. A diferencia de en su país, el joven no siente el racismo y la discriminación que formaban parte de su día a día desde que llegó a Portugal. Martin es gitano, su piel aceitunada contrasta con el blanco de K, y se siente uno más entre los portugueses.

Mapa de Europa con las fotos de los voluntarios participantes en el “on arrival training” del SVE celebrado en Braga, Portugal. Marzo 2014
“Yo me enfrenté abiertamente a la discriminación cuando era joven. No me dejaban entrar en las discotecas o, como cliente, el vendedor que se ofende porque tiene que hablar contigo o el guarda de seguridad que te persigue en una tienda como un mono estúpido. Una vez di vueltas en círculo y el guarda de seguridad hizo igual (…) Aquí hay portugueses que parecen romaníes/gitanos, que son oscuros. Aquí no se me señala como gitano, solo como extranjero. Aunque también los portugueses creen en los estereotipos. Yo hablo inglés y no soy reconocible”, comentó Martin en una conversación por Facebook. K, sin embargo, subrayó que los vecinos del pequeño pueblo donde vive cerca de Coimbra, se quedan mirándola en la calle, que saben que viene de fuera, y eso le genera una cierta sensación de inseguridad. Aunque defendió rechazarlo, K espetó en el autobús: “Es cierto que el racismo hacia los gitanos tiene sus motivos”.
CIUDADANOS DISCRIMINADOS
A K le pasaba lo que a tantos: no ha sido consciente de que existe discriminación en el seno de Europa hasta que la ha sufrido en propias carnes. Tampoco era consciente de que esa misma discriminación existía también en su país hacia determinados nacionales hasta haber conocido a Martin. “Cuando era niño, no vivía en un barrio romaní. Era terriblemente humillante cuando mis compañeros de clase me llamaban gitano. Sabía que era romaní, pero la estigmatización me impedía aceptarlo. La televisión y los medios, en general, enseñan una imagen negativa de los romaníes y nos etiquetan como ciudadanos de segunda clase”, explicó Martin.
A pesar de los intercambios y programas académicos internacionales existentes en la Unión Europea, que intentan promover una mayor adhesión entre sus ciudadanos, los jóvenes europeos perciben que son víctimas de situaciones discriminatorias o racistas dentro y fuera de sus respectivos Estados miembro. Los casos de K y Martin no son aislados, pero el racismo y la discrimación parecen ser solo graves cuando se sufren en propia piel. La búsqueda de justificaciones a ciertos comportamientos racistas o discriminatorios conllevan la estigmatización de determinados grupos étnicos o nacionalidades, pero lo más pernicioso es pensar que las personas que se sienten discriminadas exageran o son muy susceptibles, cuando esto es una realidad. “Mi hermano y mi familia tienen miedo cuando hay un partido de fútbol en mi ciudad por culpa de los extremistas (…) En los últimos años, en mi país hay neonazis que organizan manifestaciones contra la minoría romaní. Ese es el motivo por el que nunca me sentiré checo, sino como un romaní que nació en la República Checa”, argumentó Martin.
La Unión Europea reconoce que existen aún muchas clases de discriminación dentro de sus fronteras. Ya con el Tratado de Ámsterdam de 1999, se aprobó que las instituciones adquirieran “competencias para regular la igualdad de trato en el acceso al empleo, la formación y la promoción profesional, así como a las condiciones de trabajo”, se puede leer en la página del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad español. En 2008, surgió una propuesta de directiva europea por la que se pretende aplicar el principio de igualdad de trato entre las personas independientemente de su religión o convicciones, discapacidad, edad u orientación sexual, con la que Alemania no estaba de acuerdo, y que aún está siendo discutida por el Consejo de la Unión Europea. Desde Amnistía Internacional se recogieron firmas para su impulso: “El trato igualitario para todas las personas, independientemente de su origen, religión, orientación sexual, edad, discapacidad u otra condición, no es una simple cuestión de sentido común o buena educación. Es un derecho”, se podía leer en la petición de firmas de AI. “Lo peor que existe es la discriminación sistemática e institucional”, apuntó Martin.
Hoy, 8 de abril, es el Día Internacional del Pueblo Gitano, un día que conmemora la aportación romaní/gitana a Europa, celebra su cultura y lengua y recuerda el holocausto que también sufrieron durante la IIGM. “Para mí es el día más importante del año. En mi país empezamos a celebrarlo en 2001 con una ONG de estudiantes romaníes y desde ese año se ha vuelto más conocido entre la mayoría de la sociedad y de los romaníes (…)”, afirmó Martin.
K tiene novio portugués y pretende vivir en Portugal tras finalizar su doctorado en Praga. Martin quiere seguir trabajando en el país luso, donde ayuda a otros gitanos en una asociación como parte de su SVE. Aprovechemos este día para rechazar cualquier tipo de discriminación y formas de exclusión social, para que todo el mundo, K y Martin incluidos, se sientan en su casa en cualquier Estado miembro. VER MÁS EN: VIVIR MEJOR QUE EN FACEBOOK
*En una posterior edición de este post, se sustituyó el nombre de la persona por su inicial y también su ciudad de residencia.